Se podría nombrar unas cuantas decenas de
jugadores que han pasado por esta práctica deportiva, muy barrial ella, aunque
sin embargo lo bueno de personalizar la situación es que muchos se reconocen en
estos que mencionamos, pues han sido tan protagonistas o más, pues la historia
siempre es injusta con alguien.
Ellos, Jorge Aguirre y Jorge Mirenda, no
abandonaron el fútbol, siguen en él, son fanas de ese deporte y de algún modo
siguen ligados. Con ámbitos de trabajos distintos comparten un mismo deporte,
pues en cada uno subyacen otras historias del fútbol. En los pueblos, hay
familias enteras que han transitado en mismo deporte durante años, pasando de
padres a hijos y hasta de abuelos a nietos. Allí también se nota lo que se
muestra en los medios de comunicación cuando se nombra a un jugador y su origen
futbolístico, en el 90% de los casos son del interior del país. Donde pasaron
horas de potreros, canchitas polvorientas, de poco pasto y con arcos sin palos.
El baby fútbol tuvo sus orígenes, en Firmat, en
los comienzos de la década del 40, cuando el FFBC organizo el primer torneo
para niños de 11 y 12 años. Que luego continuo y puso una categoría más, dando
lugar a quienes ya habían jugado y pasaban de la edad reglamentaria. Este
modelo fue muy utíl para la captación de jugadores que formaran parte de las
divisiones inferiores de los clubes locales, como Argentino y FFBC. La primer
cancha esta justamente donde esta el gimnasio 1 del mismo club, en la esquina
de Sta Fe y Mitre.
Jorge Aguirre y Jorge Mirenda, fueron parte de
las divisiones inferiores y primera del Club Atlético Argentino, pasando luego
por otras instituciones de la zona, como sucedió con Mirenda que compartió
equipo y trofeo en Alumni de Casilda con el actual técnico de la selección
argentina de fútbol, Jorge Sampaoli.
Aguirre, hijo y nieto de jugadores, tiene a su
hijo varón jugando en México, pasando antes por Rosario Central durante varias
temporadas.
Los pueblos se nutren de estos hechos pequeños,
que luego para los medios de comunicación de las grandes ciudades son grandes.
Allí está la respuesta de lo que no debemos hacer, y cumplir con el Martín
Fierro "no peleemos entre hermanos, pues nos devoran los de afuera"
anteponiéndola a la máxima kantiana que dice "lo habitual, de tan
habitual, resulta desapercibido".
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