Quizás las personas sean de características presumiblemente similares según sus
contextos y formación. Esta vez nos encontramos con quien representa una
excepción a la regla, alguien que pudo transitar sus sueños y saltar a caminos
alternativos para cumplir otros sueños, se transformo, se hizo así mismo y promovió su propio existir, ese que interiormente anhelaba. A través de sus
concreciones otros se beneficiario y a su vez lo beneficiario existencialmente
a él.
La
muerte le llego de manera poco pensada para sus seres queridos, quizás mas
esperada por él y sus circunstancias.
Alfredo
Cortes, nace en Firmat a comienzos de la década del 30, en el barrio La Hermosa, sobre la calle Pbro. Manuel Alberti, casi Av.
9 de julio. Tuvo una infancia acompañada por sus hermanos, dos varones y una
mujer, sus padres, y sus amigos del barrio.
A
los comienzos de la década del 50 toma el boxeo como su deporte, como aquello
que le brindaría un espacio de él, y el reconocimiento de su gente cercana, en
especial de su familia, que según sus escritos, era una búsqueda constante.
Su
recorrido boxistico comienza claramente en Firmat y la zona, aunque siempre su
deseo fue ser reconocido realmente por otro público, es decir, el quería triunfar
en la vida a través del boxeo. Por lo que me comentaba Comba, su gran amigo
local y confidente a la distancia, su relación con su entorno cercano no era la
que deseaba y mucho menos cuando se trataba de boxeo y en una de las cartas
enviadas, Cortes muestra su flaquear ante este saber tan intimo, y aún
sintiendo que estaba triunfando en otro lugar, no se sentía pleno sin el
reconocimiento paterno.
Su
vida puede sonar contradictoria desde el desconocedor del padecer que un
deportista puede tener o sufrir, que sería una doble vía para ser o no ser. La
neurosiquiatría a demostrado que algún patología subyacente en la persona puede
ser elemento destacado en su desarrollo como ser social a través de algún actividad laboral, cultural o deportiva, promoviendo y empoderando su persona
para cumplir un rol destacado en el mundo de relación.
Cortés
claramente estaba dominado por un dolor embrionario que hacía que el boxeo
fuera su fin en la vida, pues le brindaba el lugar en el mundo, lo acogía con
cariño y lo dejaba ser, sin decirle o imponerle tal o cual valor, pues el ya lo
tenía reconocido, introspectado, no era necesario repetirle las cosas
Ser
boxeador puede ser muy difícil, hay
ejemplos por cientos en la historia del boxeo argentino, y él es uno de ellos
que dieron su vida para lograr el objetivo, el gran objetivo de ser reconocido
popularmente.
Cortés
fue un humilde hombre que con su sencillo modo de ser tomo la decisión de dejar
su tierra firmatense para buscar gloria en otro lugar, se fue al noroeste del
país a boxear, ser lo que quería ser.
Tuvo su primer destino de Yuto (Jujuy) al noreste de esa provincia, en el mismísimo
limite con Salta sobre la ruta nacional 34, donde vivió en una pensión donde
sus dueñas (según cuenta en una carta enviada a Comba) lo querían como un hijo,
tanto que casi se casa con una de ellas. Allí logro su clasificación para
representar a Jujuy en el campeonato “Guantes de Oro” en 1954, siendo
auspiciado por la municipalidad de Yuto, evento considerado el más importante
del país en lo que a boxeo refiere en aquellos años.
Luego
paso a Formosa, donde vivió en Pozo del Tigre durante un tiempo hasta que a
comienzos del 55 le llega la oportunidad de pelear con el campeón paraguayo
René Carreras, con un empate, que lo puso en el candelero y en el consciente de
los aficionados paraguayos. Tal es así, que en su próximo combate, los hinchas
lo sacan en andan, con tan mala suerte que en un mal movimiento lo dejan caer y
pega su pecho contra una butaca quebrándose 2 costillas. Estuvo varios meses
“envuelto” como relata en otra carta, hasta poder recuperarse.
Un
vez recuperado, no sabemos en que estado, regresa a la actividad ya viviendo en
Asunción del Paraguay, donde se cambia sus nombre originales por nuevos, dado
que los promotores no querían que lo reconocieran como profesional, querían que
siguiera siendo amateur y poder inscribirlo para los clasificatorios a los
Juegos Panamericanos de México. Algo que evidentemente no pudo ser, dado que
dejo esa tierras para buscar nuevos rumbos, y siempre con su dolor a cuesta.
Rubén
Comba, a quien Cortés dirigió sus cartas aquí en Firmat, nos cuenta que sus
días terminan viviendo más aventuras, pues fue concejal en un pueblito de
Formosa, donde se dedico a luchar por aquellos que tanta necesidad tenían de
una casa digna y esto lo llevo a su desaparición forzada, tanto que sus
familiares fueron amenazados cuando intentaron reclamar el cuerpo de Cortés.
Nunca
más se supo sobre el tema , que siempre quedo oculto e inexistente para el
común. Hoy recordamos al boxeador firmatense que quiso encontrarse con si mismo, ser y existir con absoluta libertad, lo que podríamos llamar un HOMBRE
LIBRE.
YO, BOXEADOR
Soy quien, al sacarle
el banquito
queda solo,
absolutamente solo.
Aquel que solo,
afronta su realidad,
elegida y para la cual
se entrena.
Soy quien asume, solo,
victoria y derrota
pues nadie me
reemplaza.
Estoy solo sobre la
lona, parado o caído,
cuasi abandonado a mi
suerte.
Suerte o verdad, asi
es el boxeo,
asi lo llevo dentro y
así construyo mi vida.
Soy boxeador, nada más
y nada menos.
HEBP
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